Los jubilados han cambiado, ¿ha cambiado su imagen social?

La sociedad actual muy marcada por las imágenes generadas por los medios de comunicación, la publicidad y las redes sociales ha generado un imaginario colectivo que, en el caso de las personas mayores, los asocia a situaciones de pasividad, dependencia, decrepitud o, como mucho, realizando viajes del IMSERSO o cuidando a sus nietos a tiempo completo, pero no les asigna un rol individual activo. No suelen aparecer integrados en actividades sociales como ciudadanos que contribuyen con su labor a la mejora de la colectividad.
 En una sociedad que persigue el mito de la eterna juventud, las personas mayores no encajan con ese perfil, por lo que su realidad diversa y en transformación es obviada, a pesar de ser un colectivo heterogéneo, con un peso específico amplio y cuyos hábitos han cambiado mucho en las últimas décadas.  
La jubilación, como rito de paso hacia ese universo, no escapa a los estereotipos que se mantienen con connotaciones negativas. Entrar en ella supone enfrentarse a un mundo desconocido que arrastra estas percepciones sociales y que añade incertidumbre y tensión a muchas personas que se encuentran en esta etapa de la vida.  




Son múltiples y no muy afortunados los estereotipos que hay sobre este momento de la vida:
· La sociedad está muy orientada al trabajo, por lo tanto, si no trabajas no produces y esa pasividad económica se traduce en una pasividad vital. Se valora al individuo por lo que hace laboralmente, pero las personas no sólo producen resultados laborales, sino que también tiene logros relacionados con otros aspectos que contribuyen no sólo a su bienestar personal, sino también colectivo.  

· La identidad caducada. El valor de las personas está asociados a su ocupación laboral. La persona es su profesión. Por lo tanto, si se pierde eso, se desestabiliza una parte importante de la identidad del individuo.

· Asociación de la jubilación con la vejez, que a su vez se relaciona con la enfermedad y con la pérdida casi inmediata de capacidades físicas y mentales. Se asume que alguien que se jubila entra en una etapa en la que está en riesgo de que le sobrevengan múltiples achaques asociados a edades avanzadas, cuando los datos objetivos nos dicen que cada vez existen más personas de más de 65 años con un buen estado de salud y una parte importante de este colectivo está satisfecho con su calidad de vida.

· Las personas a partir de los 65 años son frágiles emocionalmente e incapaces de asumir los cambios. Esto es algo está siendo desmontados por múltiples investigaciones que aseguran que estas personas tienen que afrontar pérdidas de seres queridos, mermas en su situación económica, responsabilidades de cuidados de personas más mayores y niños y que lo hacen de una forma muy estable emocionalmente hablando.  

· Las personas de estas edades ya no pueden aprender nuevas cosas. Se asocia jubilación-vejez con pérdida de inteligencia. Los últimos estudios sobre neuroplasticidad del cerebro contradicen esta idea.  

· Las personas a partir de la edad de jubilación obligatoria tienen dificultades de adaptación si siguen trabajando, son lentos y no demuestran interés en lo que hacen. Algunos gerontólogos han demostrado con sus investigaciones que estas premisas no son ciertas y que lo importante es hacer coincidir las aptitudes con las características del puesto, por lo que en un futuro cercano y dados los cambios sociales que se están produciendo no será raro que las personas trabajen parcialmente después de la jubilación.

Muchas cosas se están transformando en esta etapa vital, es necesario desmontar imágenes que ya no se corresponden con una realidad mucho más heterogénea y cambiante. Las personas que entran en la jubilación lo hacen, en general, con buena salud y con una energía y experiencia que es importante canalizar para que mantengan altos niveles de independencia personal. Estamos asistiendo a algo único en la historia de la Humanidad, cada vez serán más, tantos, que este proceso está transformando sensiblemente nuestra sociedad.

¿Qué van a hacer esas personas con el tiempo que tienen por delante? ¿Qué hará la sociedad con todos ellos?  Son personas activas y conectadas que están derribando los estereotipos limitantes que existen sobre esta etapa vital, oleadas de jubilados que quieren estar activos, ser independientes y sentir que tiene un lugar en la sociedad.

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