Me he dado cuenta de que, sin pretenderlo y sin comentarlo más allá de un círculo de compañeros de trabajo muy restringido, la proximidad de mi jubilación se ha extendido por toda la unidad en la que trabajo.
Lo he ido notando por esos encuentros casuales, de pasillo, en los que mi interlocutor de turno me aborda con una sonrisa cordial y me pregunta: ¿Cómo estás? Y ante mi respuesta: estupendo, gracias, el acota: pero, te jubilas ahora..., ¿no? Supongo que consideran que la #jubilación es algo que debe perturbarme profundamente, y que debo estar preocupado por perder algún atributo esencial que afecta a mi condición de persona.
No saben bien de lo que hablan pero intuyen que jubilarse es algo importante y negativo; creo que en su percepción me ven como una maquina obsoleta que ha cumplido su ciclo de producción y va ingresar en la categoría de cosas “a extinguir”. Una forma prematura de morirse, vaya; y a su manera me dan el pésame
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